¿Respiras con la boca abierta?

 

La respiración oral es un hábito que adquieren algunas personas cuando se produce un desajuste en algún aspecto orofacial que impide poder realizar la respiración nasal.

La respiración oral puede ser total cuando alguien respira solamente por la boca, o mixta, cuando se combina la respiración nasal y también la respiración oral.

Si se practica este tipo de ventilación, estaremos introduciendo aire que no está filtrado ni atemperado, precisamente dos de las funciones vitales de las que se encarga nuestra nariz. 

¡Sigue leyendo!

 

 

¿Qué observamos en un respirador oral?

Cuando una persona respira por la boca, no mantiene los labios en contacto y la lengua adopta una posición baja.

La lengua es el pilar fundamental de nuestra boca y se encarga de dar soporte al paladar duro.

Si no ejerce este sostén al situarse en una posición baja, una de las consecuencias posibles será un paladar estrecho y alto.

También se observa, en algunos casos, ojeras muy marcadas bajo los ojos.

¡OJO! No siempre que vemos a una persona (niño/a o adulto) con la boca abierta quiere decir que sea respirador oral.

Es posible presentar la boca abierta y mantener una respiración nasal.

Para comprobarlo, es necesario hacer una evaluación completa.



¿Qué puede provocar una respiración oral?

 

Fundamentalmente para poder realizar una respiración nasal, debemos tener un buen hábito de higiene nasal que permita tener la nariz despejada para que pase el aire pase sin dificultad.

Todos tenemos la experiencia de que, este hábito se complica cuando tenemos alergia o un resfriado.

Existen, sin embargo, otros factores que pueden influir sobre este hábito, como son:

 

¿Qué secuelas tiene la respiración oral?

Si pensamos en un bebé lactante (lactancia materna o artificial) succionar y respirar por la boca al mismo tiempo no es posible, por lo que se cansará más y como consecuencia, es posible que coma menos cantidad ya que supone un esfuerzo muy elevado. 

Por otro lado, podemos encontrarnos un paladar alto y estrecho, con lo cual, podría verse comprometida la eficacia en la deglución y la posición lingual en reposo (ya que no se situaría contra el paladar).

Está claro que la respiración oral tiene consecuencias más allá de lo que podamos pensar a primera vista. 

Puede presentarse babeo (diurno y/o nocturno) o ronquido, lo cual afectaría al descanso.

También sequedad crónica de labios, boca y garganta. 

No podemos olvidarnos de los problemas que pueden afectar al crecimiento dental, ocasionando «dientes torcidos» (apiñamiento), o alteraciones en el desarrollo de la mandíbula… 

Asimismo, estos aspectos tienen una relación directa con la articulación de los sonidos al hablar, que podrían presentar dificultades.

 

Corregir este hábito es fundamental y hacerlo cuanto antes previene posibles alteraciones orofaciales, en la deglución o en el habla, a través de la terapia miofuncional.

 

 

Desde el área de logopedia podemos ayudaros

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Alejandra González Acuña

Logopeda y asesora de lactancia

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Ana Mª Rey Calvo

Pedagoga especializada en Orientación Educativa

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